Niños chilenos en situacion de calle en chile
mas de 12 millones de persona viven en situacion de callle en chile por ejemplo el niño perro que vive en talcahuano pide dinero a las personas para drogarse en lacía tres meses. Comcepcion- Axel, el menor que hace unos meses fue rescatado de las calles de Talcahuano donde vivía acompañado de perros, se encuentra desaparecido luego que escapara del Centro de Orientación y Diágnostico del Servicio Nacional de Menores (Sename) en el puerto de Talcahuano, donde lo encontraron vag calle tambien se fugo del hogar para menores. Tras pasar tres meses en el Centro de Orientación y Diagnóstico del Servicio Nacional de Menores (Sename) en Chillán, el menor de ocho años conocido como el “niño perro” regresó a las calles de Talcahuano .El menor de diez años, quien fue adoptado por una jauría de perros mientras vagaba por las calles del puerto de la Octava Región, se encuentra desaparecido luego de que se fugara del Centro de Orientación y Diagnóstico donde permanecía desde haando.
Hasta el momento no se ha proporcionado información acerca de la hora en que el niño se fugó o las pistas que existen de su paradero.
El menor de diez años, que alcanzó a estar 3 meses bajo los cuidados de personal del Sename, tiene una larga historia de maltratos provenientes de su madre alcohólica, lo que lo llevó a escapar de su hogar en el año 97 para vivir en las calles, donde fue adoptado por una jauría que lo cuidaba y amamantaba.
Las cadenas informativas más importantes del mundo desde la CNN hasta la BBC de Londres investigaron la historia del menor. "Alex" vivía con una jauría de perros en las calles.El caso de un "niño perro", que vivía en el centro de la ciudad de Talcahuano, al sur de Santiago ha conmocionado a la prensa chilena. El joven conocido con el nombre de Alex (11 años), fue rescatado por la policía y enviado a un centro asistencial de menores durante el fin de semana. El menor vivía con los perros en las calles y se alimentaba de la leche de una perra que encabezaba el grupo de animales, así como de la comida que encontraba en las calles.La asistente social Maria Eugenia Aguayo declaró al diario La Tercera que "él tiene un comportamiento de un niño de siete años que es agresivo. Encontró calor entre los perros, pero no es un animalito que vaya a ladrar".La misma publicación describió al niño como un menor que escasamente pronuncia palabra, presenta un déficit de atención grave, retraso mental, desarrollo psicomotor tardío e hiperactividad.El deterioro mental se lo vinculó al consumo de drogas volátiles, como pegamentos y combustibles inh alables. El caso es presentado por la prensa chilena como un ejemplo extremo de abandono infantil.Según los asistentes sociales a cargo del caso, la madre del niño lo dejó en casa de una conocida cuando tenía apenas cinco meses de edad. En 1997, su madre lo buscó, pero los problemas con su padrastro y su conducta violenta hicieron que lo internaran en un hogar de menores.Los documentos muestran que el niño se había escapado al menos siete veces de centros de atención infantil. El caso pasará ahora a una unidad psiquiátrica infantil en la capital, Santiago. Los especialistas han declarado que necesitará un largo tratamiento. la droga consumio al niño perro de talcahuano Periodistas de todo el mundo viajaron a conocer a "Axel". Habían escuchado de un niño de once años, que vagaba por Talcahuano. El menor se alimentaba de la leche de una perra parida y se sentía seguro junto a sus ocho escuálidos animalejos. Hasta gruñía como si fuera uno más, por lo que lo llamaron "El niño perro".
Era 2001, año en que Carabineros logró salvarlo de las calles y en que un policía le cortó el pelo piojoso y lo vistió con ropas de su hijo como símbolo del fin de una etapa trágica.
Hoy, siete años después, Miguel Luengo, también conocido como "Axel", "El duende", y "El parafina", sigue vagando, desnutrido y consumido por las drogas.
Triste huida
Remitido en 2001 a un centro del Sename, el "Niño perro" terminó de vuelta en las calles, luego de huir en reiteradas oportunidades. "Me arrancaba porque me hallaba solo y echaba de menos a mis perros", confiesa Miguel, de 18 años.
Sin embargo, el reencuentro con sus amigos caninos fue breve. En 2003, la Chola, la misma perra que le dio de su leche, murió envenenada frente a sus ojos. "Temblaba y tenía las patitas tiesas. Me la mataron", recuerda con dolor.
Así como la nodriza fueron cayendo uno a uno los integrantes de su jauría, hasta que quedó completamente solo.
Después, fue cuestión de tiempo para que se hiciera adicto a la bencina, la misma que roba desde una estación de servicios del puerto. "No me puedo controlar, ya estoy metido en eso", reconoce mientras hunde la nariz en la bolsa negra que esconde bajo el polerón impregnado del combustible.
el cholo
Miguel come de lo que le da la gente. De sus limosnas saca para comprar también marihuana y trago y 100 pesos de grasa o sobras de huesos que le da a su nuevo amigo el "Cholo", un quiltro negro que le sirve de compañero y frazada en las heladas noches porteñas.
"Los perros para mí son una familia, el Cholo me acompaña siempre. Es fiel a mí", dice y lo acaricia con una mano que cae torpe sobre el lomo del animal producto de la bencina inhalada.
un niño
También de las dádivas de los choreros, "El parafina" recorta algunas monedas para jugar en las máquinas del mercado central, en las que vive los mejores momentos del día. "Me encanta", admite.
En el tradicional centro comercial lo conocen como un joven tranquilo y que no le hace daño a nadie.
Lo mismo que en la bencinera donde pasa la mayor parte del tiempo a la espera de un descuido del personal que le permita sacar unas gotas de combustible.
"Él es un niño, cuando está volado es bien molestoso, se ríe, pero cuando está bien se pone serio, triste y callado", comenta Rodrigo Cartes, un empleado que conoce desde hace años a "Axel"
Detalla que duerme en la calle, donde lo pille la noche y que habitualmente deambula por las cuadras que rodean el Mercado.
semana santa
Mientras aspira el contenido de la bolsa, Miguel expresa su culpabilidad. Sabe que es Viernes Santo, una fecha de recogimiento y reflexión. "Me gusta la Semana Santa, porque la gente anda tranquila y se siente la paz. Uno anda más seguro también, como que no pasan cosas malas porque Talcahuano es peligroso", explica y admite que más de una vez ha pasado susto en la noche porteña, aunque nunca lo han agredido.
Asegura que cree en Dios y que quiere salir de la calle y de la droga. "Quiero tratar . Que me lleven para otra parte, para estar bien, más seguro y cambiar".
INAUGURAN CASA PARA NIÑOS DE LA CALLE
ORBE.- Monseñor Ricardo Ezzati, obispo auxiliar de Santiago, inaugurará este martes la residencia Don Bosco Acoge, ambicioso proyecto de la Fundación Programa Don Bosco-Vida Compartida, que trabaja con niños de la calle.
La Fundación Programa Don Bosco viene desde hace una década mostrando éxitos en su quehacer en la rehabilitación y reinserción social de niños, niñas y jóvenes que viven el drama de la drogadicción, el maltrato infantil, el comercio y abuso sexual, etc.
Actualmente atiende a 150 niños, niñas y jóvenes, que serán protagonistas de esta ceremonia demostrando así, con rostros concretos, que es posible con metodologías adecuadas el cambio y la rehabilitación.
Su trabajo se caracteriza por el énfasis en lo educativo, evitando así el facilismo de entender a los jóvenes pobres sólo como enfermos y delincuentes. Enfoque que ha primado en los últimos años en las políticas sociales y en la opinión pública.
En el acto de inauguración estarán presentes destacadas autoridades de la iglesia, Congregación Salesiana, autoridades de Gobierno e instituciones de la sociedad civil.
La ceremonia se realizará a las 10:00 horas en Los Cerezos 5845, comuna de La Florida.
A seis años del primer catastro, el Gobierno de Chile, en colaboración con distintas instituciones privadas, realizará durante esta semana el Segundo Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle.
El Catastro de Personas en Situación de Calle en Chile tiene por objetivo visibilizar a un grupo de personas en situación de extrema pobreza que aparece como invisible a las estadísticas censales (Jouannet, 2008).
Este catastro aportaría información necesaria para diseñar una política pública para Personas en Situación de Calle, la cual incluiría un componente específico orientado a la generación de una estrategia de abordaje integral para prevenir, mitigar y erradicar la situación de calle en la población infanto adolescente en el país.
El ministro Joaquín Lavín, para este último grupo, ha adelantado que se estima la existencia de aproximadamente 2.000 niños, niñas y adolescentes viviendo en situación de calle en nuestro país; si bien las investigaciones sobre la magnitud del problema son una tarea difícil. Las estimaciones de los números de niñas y niños en situación de calle se constituyen en un dato oculto, toda vez que las encuestas de hogares no registran adecuadamente su existencia. Es difícil contarlos porque están siempre trasladándose de un lugar a otro.
Tampoco es fácil explicar el porqué algunos niños, niñas y adolescentes terminan en las calles. A veces los padres mandan a sus hijos o hijas a las calles para mendigar, robar, etc. Otras veces son los niños o niñas quienes eligen irse de casa para escapar de situaciones de violencia doméstica.
Algo de historia acerca del fenómeno de los niños /as en Situación de Calle en Chile
En la década de los 30 se calculaba que el número de los niños y niñas en las calles de Santiago era cerca de siete mil, pudiendo llegar hasta los cuarenta mil en todo el país. Asimismo, para el año 1933, la Dirección General de Protección de Menores calculaba que “…el número de los menores que se encuentran en estado de total abandono puede estimarse en la suma de 5.000 en el departamento de Santiago y de 12.500 en el resto de los departamentos de la República; lo que hace un total de 17.500”.
A mediados del siglo pasado, los niños y niñas de la calle erraban por la ciudad, concentrándose bajo los puentes, en los espacios públicos de la Quinta Normal, en los parques del centro o en las cuevas del Cerro Blanco. Realizando trabajos de lustrabotas o suplementeros, de “canillitas”, y en el caso de las niñas, algunas ejercían la prostitución de forma habitual u ocasional.
La mayoría había empezado su vagar antes de los siete años, y tendían a agruparse en pandillas de “palomillas” que inquietaban siempre a los comercios establecidos. Adicionalmente, “En las aceras y en las puertas de las iglesias, de los teatros y de los restaurantes, se ven mujeres con sus caras sucias y el pelo desgreñado, vestidas con andrajos, que muestran niños, siempre de pocos meses, que les sirven de motivo para pedir una limosna”.
En los 1980s, “Una y otra vez encontramos a niños o niñas en las calles pidiendo una limosna, o a la salida de los salones de té, de las tiendas, de las carnicerías, de las panaderías, de los supermercados; o a las mujeres con sus hijos, en el Centro de Santiago o en cualquier calle aledaña. O a niñas que miran entre provocativas y angustiadas hacia el interior del auto; o a niños, jóvenes o adultos abordando los buses para pedir una moneda “solidaria”, o cantando al rasgueo de una peineta, o repartiendo tarjetas… o revolviendo la basura que ha quedado en tachos o en asépticas bolsas plásticas. Y a tantos otros que insisten con el timbre de nuestras casas para “una ayudita, por favor”.
Los niños y niñas fueron actores importantes de este proceso hasta finales de los ochenta. En Santiago, cerca de la Estación Mapocho, la Vega Central y el centro, se agrupaban niños, niñas y adolescentes de diversas edades para defenderse y subsistir en la calle.
A partir de los 90s, se inició un proceso de valoración y reforzamiento de las políticas sociales que ha implicado un significativo crecimiento del gasto social per cápita en todos los sectores sociales, especialmente en educación, salud, vivienda y previsión, entre otros. El aumento del gasto social y la puesta en marcha de un conjunto de nuevas intervenciones programática, entre las que se incluye un sistema de protección social para favorecer a los sectores más vulnerables, han tenido como resultado un importante descenso en los indicadores de pobreza.
En este contexto, adquiere especial relevancia una comprensión del fenómeno de las personas en situación de calle, que si bien representan porcentajes bajos en comparación a antaño, requiere de intervenciones complejas y altamente especializadas.
Comprendiendo el Fenómeno de los niños /as en Situación de Calle
Según los informes de UNICEF, existen 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina. Con edades que oscilan entre los 10 y 14 años, son condenados a intentar sobrevivir en el único “hogar” que tienen disponible: las calles.
El Catastro de Personas de calle en Chile, realizado en julio del año 2005, mostró que de las 7.254 personas que vivían en la calle ese día, 674 eran menores de 18 años, es decir el 9,3% (MIDEPLAN, 2005). Respecto de la población infantil en situación de riesgo social, esta cifra representa un bajo porcentaje de casos a nivel nacional, pero requieren de intervenciones complejas y de alta especialización para un abordaje adecuado (Montes, 2008; SENAME, 2001). Y, es deseable ponerse como meta que nuestro país no tenga niños /as en situación de calle.
Respecto a los niños y niñas en situación de calle en nuestro país, a marzo del año 2009, de los 78.330 niños vigentes en programas de SENAME, 1.832 esto es el 2.3%, eran niños y niñas en situación de calle (SENAME, 2009). De ellos, el 31,1% eran mujeres y el 68,9% eran hombres; en tanto, 1.475 eran niños, 80.5% en la calle y 314 o el 19.5% eran niños que habitan en la calle (op. cit.).
UNICEF distingue entre dos grupos de niños según la situación de sus familias: La niñez “en” la calle y la niñez “de” la calle.
Las niñas y niños “en” la calle, son el grupo más grande (aproximadamente un 75%) trabajan en las calles pero mantienen relaciones cercanas con sus familias. La mayoría mantiene sus vínculos familiares, y aunque pasan mucho tiempo lejos de ellos, sienten que tienen un hogar. Esta podría ser la situación de las niñas que venden flores en Providencia, de los niños que venden calendarios en los buses del Transantiago o en restaurantes del Centro, o de los adolescentes que realizan malabarismo en las esquinas de calles del sector alto.
Las niñas y niños “de” la calle (aproximadamente el 25%) están sin hogar y tienen los vínculos familiares rotos debido a la inestabilidad o a la desestructuración en sus familias de pertenencia. En algunos casos han sido abandonados por sus familias y en otros casos ellos mismos decidieron irse. Comen, duermen, trabajan, hacen amistades y juegan en la calle.
Lejos de disfrutar del derecho “a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social”, la niñez en situación de calle sufre los efectos acumulativos de la pobreza, el hambre, la disolución de las familias, el aislamiento social y, con frecuencia, la violencia y el abuso.
El consumo de drogas es omnipresente en la calle (Lucchini, 1996) y para los niños, niñas y adolescentes se constituye en un elemento que cumple diversas funciones: alimento, analgésico, amnésico, elemento de socialización y pasatiempo.
Obligados a valerse por ellos mismos, antes de adquirir una identidad personal o de madurar, las niñas y niños en situación de calle corren grave peligro de caer en la prostitución, el consumo de drogas y varias formas de conducta criminal. Estas actividades se constituyen a veces en los únicos medios de supervivencia de los que disponen y usualmente les generan una serie de problemas físicos y psicológicos (como por ejemplo: alucinaciones, parálisis o falta de coordinación motora, edemas pulmonares, fallos en los riñones y daños cerebrales irreversibles, por nombrar algunos).
Indudablemente, que la dureza del fenómeno de los niños y niñas en situación de calle exige políticas públicas eficaces, certeras e inmediatas, como lo ha insinuado la actual administración de Mideplan.Estudio efectuado por el Servicio Nacional de Menores, Sename, tuvo como objetivo fue evaluar los sistemas familiares de los niños y niñas en situación de calle que son atendidos por los programas de la Fundación Don Bosco y Hogar de Cristo, distinguiendo factores protectores e inclusivos y factores expulsores, para proponer lineamientos que permitan generar estrategias de intervención conducentes al término de la situación de calle de esta población en particular.
En Chile más de 19.000 niños y niñas son abandonados por sus padres
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Para entender la problemática que conlleva esta palabra, lo primero que se debe hacer es comprender su significado. En Aldeas Infantiles SOS hemos desarrollado a fondo este tema y trabajamos con esmero, a través de nuestros programas de Fortalecimiento Familiar, para evitar que este tipo de situaciones afecte más niños/as en nuestro país. |
El abandono o negligencia se define como la falta de protección y cuidado mínimo por parte de quienes tienen el deber de hacerlo y las condiciones para ello. Es una expresión de maltrato psicológico que se genera cuando los responsables de cubrir las necesidades básicas de los niños no lo hacen e implica la existencia de un descuido crónico, con implicancias físicas, como no alimentar, no abrigar, no cuidar y no medicar a los niños, entre otros.
En cuanto a cifras o estadísticas que den cuenta del fenómeno de abandono como tal, es difícil hacer referencia, ya que implica un concepto bastante amplio en su medición y existen muchas formas de que un menor se encuentre en situación de abandono o negligencia. Otro hecho que se enmarca bajo este concepto es el que viven los niños/as que están en situación de calle y no tienen acceso a educación, alimentación ni a lo que ellos necesitan en forma mínima.
Otras formas de abandono infantil abarcan:
•Permitir que el niño presencie actos de violencia o maltrato severo entre los padres o adultos.
•Ignorar, insultar o amenazar al niño con violencia.
•No suministrarle al niño un ambiente seguro y de apoyo emocional por parte de los adultos.
•Mostrar descuido imprudente por el bienestar del niño.
Formas de abandono hay bastantes y, por lo mismo, hay un aumento sostenido en las denuncias de abandono de menores. De hecho, basta con leer un diario o ver un noticiario para darse cuenta de esta lamentable realidad.
¿Cómo denunciar un caso de abandono?
Lo primero es dirigirse a al servicio policial más cercano y hacer la denuncia del caso. De esta forma, siempre resguardado la intimidad del niño/a, e procede a solicitar que se le brinde la ayuda pertinente. Un grupo de jóvenes en situación de calle del programa “Don Bosco Acompaña” compartieron esta mañana un desayuno con los ministros de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, y Justicia, Teodoro Ribera.
Ministro Lavín presenta radiografía de los niños en situación de calle en Chile
En el marco del Día Internacional del Niño en Situación de Calle, el Ministro Lavín hizo una radiografía de los menores que viven esta situación en nuestro país. Según el Catastro Calle, de las 12.423personas viviendo en situación de calle a lo largo del país, 785 son niños, niñas y adolescentes. De ellos, el 65,2% son hombres y 34,8%, mujeres.“Los principales obstáculos son que los niños llegaron a la calle porque rompieron los vínculos con su núcleo familiar y quizás también con la sociedad. Además muchas veces hay un problema de adicciones”, señaló el Ministro Joaquín Lavín.Los menores de edad que viven en la calle tienen en promedio 13,2 años, y el 65,2% son hombres y 34,8%, mujeres. Un 37% de estos jóvenes lleva menos de un año en situación de calle, mientras que un 21% lleva más de 5 años.En cuanto a la escolaridad, presentan un rezago escolar de 5 años en promedio. En tanto, las principales actividades laborales que reconocen estas personas son: venta ambulante, hurtos, arte en la vía pública y/o transporte, trabajos esporádicos, limosna, comercio sexual, carga y descarga (artículos, materiales, otros) y servicio de aseo industrial o de vía pública.Es más fácil sacar a un niño de la calle, que a una persona que lleva 10 o 15 años en calle, por eso sacar a los niños de la calle tiene que ser la prioridad número uno en un plan de calle. Nosotros nos hemos puesto una meta de que este año 200 niños salgan de la calle, en Santiago y en un plan piloto en regiones”, anunció el secretario de Estado.Desde mayo próximo el Ministerio comenzará a implementar un programa piloto para incorporar a 200 niños en situación de calle a Chile Solidario, brindándoles apoyo sicosocial, acceso a centros de día, y acompañamiento para revincularlos con sus familias. Este plan piloto durará un año y será implementado en 5 regiones del país.La casa que visitaron los ministros atiende actualmente a 70 niños y jóvenes entre 13 y 18 años. La Fundación Don Bosco trabaja desde 2005 con niños en situación de calle, ofreciéndoles centros de día y realizando un acompañamiento en su reinserción social, con muy buenos resultados.
Niños de la calle, un problema universal
En su primera visita a Chile, el holandés y terapeuta ocupacional Frank Kronenberg, co-fundador de la ONG Terapia Ocupacional Sin Fronteras, realizó en la Universidad Andrés Bello un análisis de la realidad de las pandillas y los niños que hacen de su calle un hogar. "Para mejorar esta situación, los jóvenes deben expresarse en forma lúdica, conectarse con quienes son, contar sus ideas, qué sueños tienen", recomendó el especialista.El Servicio Nacional de Menores publicó en el 2004 una investigación cuyo propósito fue precisar un diagnóstico descriptivo de la magnitud de la situación de los niños y niñas de la calle en nuestro país.
El estudio, realizado durante el 2003, permitió detectar que una estimación de 1.039 niños y niñas se encuentran en situación de calle en el país, los que se distribuyen mayoritariamente en las regiones Metropolitana (330 casos), Octava (168 casos) y Quinta (164 casos).
El estudio constata que las niñas y niños caracterizados como niños de la calle desarrollan sus propias representaciones acerca de la sociedad en la que viven, los adultos con los cuales interactúan y las instituciones con las que se contactan.
El terapeuta ocupacional Frank Kronenberg, con una amplia experiencia en realidades de los jóvenes en situación de calle en Guatemala y, actualmente, en Sudáfrica, comentó la responsabilidad que tiene la sociedad para enfrentar esta situación en distintos países, como Chile.
En el seminario “Desarrollo e Implementación de terapia ocupacional con poblaciones marginadas desde una perspectiva ocupacional de la salud”, desarrollado en la Universidad Andrés Bello, el profesional hizo mención de su proyecto realizado en 2001 en Guatemala, país en el cual se dio muerte a miles de adolescentes. “Con la organización Casa Alianza pudimos darnos cuenta de una realidad muy dura. Había una cultura profunda de violencia por la guerra civil que se mantuvo por 36 años. El gobierno guatemalteco siguió la invitación de terminar con los terroristas y empezó, según ellos, con los terroristas en su propio país y ¿quiénes eran?, los pandilleros, los mareros. Para saber que eran uno de ellos, se fijaban que tuvieran tatuajes, usaran pantalones debajo de la cintura y que estuvieran en grupos de tres o cuatros en la calle. El gobierno designó un grupo de paramilitares para matar con metralletas y sin proceso de investigación. Eran chicos entre cinco a 18 años, otros de 30 años”, relató el profesional.
“El pueblo estaba dividido y habían pocas opciones para los jóvenes. Nuestro proyecto trató en trabajar el tema de los derechos humanos y derechos de los niños, concientizar a los jóvenes que entendieran que no era su culpa estar en las calles, sino que lo estaban por situaciones históricas, sociales, políticas”, agregó.
Factores de riesgo
Kronenberg destacó que existe una serie de factores que llevan a que los niños vean la calle como su hogar y nuevamente ejemplificó con lo estudiado en Guatemala. “Más del 50% de la población guatemalteca tenía menos de 18 años. Muchos perdieron a sus padres por la violencia de la guerra, por desastres naturales en aquella época. Muchos crecieron sin tener hogares y con las dificultades económicas. Las situaciones de familia eran muy difíciles y los jóvenes salían a la calle porque pensaban que era mejor opción que estar en sus casas. Veían como mejor opción formarse como mara. Hay una pandilla que se llama Mara Salvatrucha, que tiene su origen en San Salvador, muchos de ellos fueron ilegales a California y la única manera de sobrevivir en Estados Unidos fue a través de tráfico de drogas”, comentó.
Soluciones
Mejorar la condición de miles de niños en el mundo, depende de la sociedad. “A los jóvenes no los valoran, no les dan espacios. No existen oportunidades para todos. Se crea una sociedad en que están los buenos, los que cumplen, y los que no, los que no valen y están al margen. Pero ninguna persona disfruta estando en esta situación. Cada uno tiene que sentirse un ser humano, valorado, cada uno quiere ser amado y sentir pertenencia. Es más fácil decir que nosotros somos los buenos. Hay que comunicar no sólo en palabras sino que con hechos de que todos valemos”, explicó el holandés.
“En nuestro proyecto, trabajamos con payasos, creando espacios que les permita a los jóvenes expresarse en la forma que ellos prefieran, puede ser a través de graffitis, del rap, percusión, teatro, formas de expresión lúdicas, conectarse con quienes son, contar sus ideas, qué sueños tienen. Hay que humanizar la sociedad. No todos los jóvenes son terroristas”, dijo.
Chile aprende
La exclusión social de los niños y niñas de la calle en nuestro país no son sólo los que están únicamente en lugares centrales, como plazas públicas del centro de ciudades, estaciones de Metro o puentes. De acuerdo a lo encontrado por el estudio del SENAME en el 2003, el fenómeno se extiende a las propias poblaciones de las grandes ciudades, donde los niños y niñas transitan, constituyen sus caletas y se refugian en los territorios que les son más conocidos.
En nuestro país, poco a poco se comienza a tratar estos temas en forma más comprometida y profesional. Así lo destaca Alejandro Guajardo, docente de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Andrés Bello, quien se refirió al futuro en investigación y trabajo de esta materia. “Nuestra Escuela está teniendo una posición estratégica para ver la terapia ocupacional en los grandes problemas sociales que están afectando a la sociedad chilena y al mundo. Queremos ver cómo nos incorporamos en aquellos sectores o grupos que están con más sufrimientos o mayores dificultades, las pandillas, muchas veces esos grupos operan como resultados de las propias condiciones de vida con las que han tenido que experimentar. La idea es cómo resignificar a las personas no como marginadas sino como individuos con derechos”, subrayó.
El desafío de los terapeutas nacionales trabajar con niños de la calle, niños abusados, gente con VIH, pero en sus propios espacios naturales y cotidianos.
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Estudio realizado durante el año 2003, cuyo propósito es precisar un diagnóstico descriptivo de la magnitud de la situación de los niños y niñas de la calle en nuestro país y de los factores asociados a este fenómeno. El
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Impacto internacional causó el caso de Axel. Primero "Crónica", luego las agencias internacionales como France Press o Reuters hicieron correr la noticia. Hasta nuestra zona llegaron periodistas europeos y hasta japoneses interesados en conocer esta historia que a los ojos del mundo tuvo un ilusorio final feliz
NIÑOS ABANDONADOS: SERES INVISIBLES.
n nuevo fenómeno se está haciendo presente en nuestra sociedad desde que las estadísticas nutricionales han mostrado que el hambre ya no existe en Chile y desde que el afán de transformarnos en un país en pleno desarrollo está acercándose a su meta.
En un indicador nuevo, no muy difundido, que puede ser un indicador de un nuevo aspecto de la inequidad.
El SENAME (Servicio Nacional de Menores) fundado como una institución para proveer de alimento y ayuda general a los niños pobres de este país, cumple sus funciones hasta comienzo de la década del 2000. Los hogares del SENAME son una herramienta más para superar la pobreza y para educar, y los niños que acuden son muy a menudo traídos por sus padres, reflejando una preocupación de éstos últimos por sus carencias. Frecuente también son estadías provisorias, mientras los padres tratan de aumentar sus ingresos. Muy rara vez estos niños muestran signos de maltrato o historias de abandono. A medida que la situación general del país mejora, el SENAME cierra hasta el 15% de sus hogares.
Hoy, la situación es dramáticamente diferente: el 70% de los 11.000 niños internos en la institución ingresan como protección por los maltratos familiares recibidos en sus propios hogares o por el abandone de sus propios padres. La mayoría son niños que han vivido en la calle, que son drogadictos, que han sufrido de abusos y que muestran secuelas graves en su comportamiento.
Este es un problema creciente, no previsto por el sistema de salud. En Chile, en el sistema público, no existe un centro psiquiátrico para niños. El servicio de salud, además, no recibe casos complejos. Al abandono de los padres se une el abandono de las instituciones estatales
Las miserias que viven los niños abandonados bajo la protección del Sename
El otro agresor tiene 18 años y desde los 6 vivió en el hogar de las niñas a las que abusó. Según informó el Sename a CIPER, el joven fue a visitar a las guardadoras de la casa y, en un descuido, realizó las tocaciones a las niñas. La investigación de la fiscalía ya está en marcha.
Además, en el mismo hogar de Los Aromos, se detectó que una chica de 16 años tuvo “conductas sexualizadas” con un pequeño de 9 años. En este caso, afirma el Sename, se optó porque ambos ingresaran a un programa de reparación.
En la primera parte de esta investigación se centró en los crímenes de Benjamín Morales (3 años) y de Daniel Maldonado (2 años) los cuales muestran que a veces el sistema de protección falla porque llega tarde al auxilio de los niños. Durante sus cortas vidas, los pequeños pasaron por la red Sename sin que los actores del sistema detectaran el riesgo en el que estaban y los devolvieron a sus familias.
Los abusos denunciados en las Aldeas SOS hablan de otra cosa, tal vez peor. Muestran que cuando el sistema rescata a los niños de sus familias violentas o demasiado dañadas, también puede fallar y constituirse en un nuevo escenario de abuso.
Los motivos para que ocurra esto son múltiples: a veces hay falta de control y de preparación del personal que trata con los niños; en otras, hay falta de criterio. Por ejemplo, en los casos donde se golpea a los niños, como se denunció en dos hogares del Ejército de Salvación que fueron cerrados por Sename a comienzos de 2010. Pero también la protección falla por algo que se dice menos: los niños que llegan a la red Sename han sufrido mucho daño. Y eso hace que aún siendo todos víctimas, algunos se vuelvan una compleja figura jurídica y sicológica: víctimas y agresores.
En el hogar Cardenal Carlos Oviedo hay varios de estos chicos, sin que esa institución esté preparada para recibirlos. Hace seis años este centro concitó la atención pública cuando lo dirigía el ex sacerdote José Luis Artiagoitía y Gemita Bueno era una de las internas. Hoy el hogar está a cargo de Leontina González, esposa de Artiagoitía. Sin ninguna atención de los medios viven ahí niños y niñas que pueden atentar contra sí mismos y contra otros con bastante facilidadHace un tiempo nos mandaron a un niño que fue abusado por su padre durante años, desde que era casi una guagua. Según lo que ha aparecido en el juicio, el padre hacía que este niño abusara de su hermana, que también está con nosotros, en el hogar de niñas. Es un caso muy complejo. Apenas llegó a nuestro centro, intentó violar a un chico de 6 años -explica Leontina.
Agrega que cuando lo aceptaron en un hospital, intentó violar a otro interno. “Él requiere una atención especializada” dice Leontina. Pero no la ha tenido por largo tiempo. Leontina piensa que es así como se van formando los adultos que luego nos espantan con sus acciones, las personalidades despiadadas, los sicópatas como el Tila. Pero por supuesto, nadie puede estar seguro de eso.
Ahora en el hogar Carlos Oviedo el problema más grave lo representa un chico con un retardo mental severo, que tiene fijación sexual con una perra, que es la mascota del centro. A veces están tomando once y sienten los chillidos del animal. El muchacho está con medicación y tratamiento. Pero es claro que requiere más atención de la que puede ofrecer ese centro. Si se deshacen del animal, ¿en qué se fijará la atención del niño?, se pregunta Leontina. Finalmente los derechos tienen que encarnarse en una mejor vida cotidiana. Si no actúan ahí, los derechos se transforman en una entelequia e incluso en aberraciones.
Pero para materializar los derechos que consagra la Convención del Niño, a la que Chile adhirió hace 20 años, se requieren muchos más recursos de los que el Estado entrega ahora.
-En el caso de un niño abandonado, estamos pagando alrededor del 60 por ciento de lo que se necesitaría para brindar una atención de calidad. Pero en casos de mayor complejidad, donde los chicos están muy dañados, pienso que estamos pagando un tercio, y con suerte -afirmó a CIPER, Francisco Estrada cuando aún era director del Sename, cargo que debió abandonar la semana pasada.
Llevada a números, esa afirmación implica que si el Sename paga 150 mil pesos mensuales por atender a un niño abandonado, lo adecuado sería que pagara 250 mil. En el caso de chicos más complejos, por los cuales se cancela 197 mil, lo correcto sería desembolsar alrededor de 600 mil pesos.
La brecha es tan grande que nadie se atreve a afirmar que la situación cambiará radicalmente en los próximos años. No se trata sólo de un problema financiero. La solución adecuada para las atenciones especializadas no tiene un buen panorama en el horizonte. Se requieren especialistas de mejor calidad concentrados por más tiempo. ¿Cuántos chicos necesitan eso?
Distintos personeros del sistema estatal sostienen que los niños con daño extremo no deberían ser más de 20 casos en todo Chile. Sin embargo, junto a ellos, hay 5 mil o 6 mil niños y niñas que también requieren atención especial.
-Nunca se había hecho el catastro de las atenciones de salud mental que necesitamos y lo estamos haciendo ahora. Pero como referencia le puedo decir que un estudio de la Unicef mostró que más de la mitad de los niños que atendemos en los hogares ha sufrido abuso sexual, maltrato infantil o negligencia parental grave y con esos tres factores tienen problema de salud que deben ser tratados –afirmó Estrada.
Para esa gran población de niños no hay una solución fácil pues se requiere que el sistema de Salud participe y eso nunca ha ocurrido.
–Sename no puede resolver solo el problema. No hay posibilidades de llegar a levantar un sistema paralelo al de Salud Pública. La única fórmula es que tengamos mejor relación con el sistema de salud y que éste asuma los problemas de salud mental de los atendidos del Sename también como un problema propio –afirma un experto.
LOS NIÑOS PERDIDOS
Introducirse en la realidad de los hogares y de la compleja red que rodea a los niños bajo protección del Estado no hace más que confirmar el hoyo negro en que se encuentran. La mayor parte de los datos que prueban esa situación provienen de un esfuerzo hecho por jueces de familia y el Sename, quienes participaron de una mesa de trabajo bautizada como “Comisión despeje”. Este esfuerzo conjunto tuvo como misión examinar los problemas de la red de protección y permitió racionalizar recursos y detectar áreas débiles. También se anotó un éxito notable al bajar a cero la lista de espera en los programas de Diagnóstico Ambulatorio.
Pero el trabajo de la comisión mostró también problemas más delicados. Por ejemplo, se encontraron con que había niños que no estaban cuando los visitaban en los hogares. Algunos se habían ido sin que se informara de ello a los jueces. Otros figuraban en programas de “acercamiento familiar” por mucho tiempo.
Un ejemplo: en el hogar El Broquel, del Ejército de Salvación, un fiscalizador del Sename informó a comienzos de este año que “fue posible constatar la ausencia por más de un año de una niña que se encontraba en proceso de acercamiento familiar sin autorización del respectivo tribunal de familia y siendo consignada como presente en el sistema de Senainfo”.
El hecho de “ser considerada como presente en el Senainfo” implica que aunque el hogar no supiera dónde estaba la niña igual cobraba al Estado la correspondiente subvención por ella.
Situaciones similares se detectaron en dos hogares de fundación Mi Casa (“Puertas Abiertas” y “Abriendo Caminos”) que la propia entidad cerró a fines de 2009. Según Angélica Marín, jefa del departamento de protección de derechos del Sename, en las supervisiones realizadas “se revela la ausencia continua de los niños especialmente en el horario nocturno y fines de semana, los cuales figuran presentes en las nóminas internas, sin que los educadores y profesionales tengan certeza de su paradero. Además, se recibieron denuncias por parte de los vecinos del sector, quienes aludían que los niños deambulaban realizando destrozos en viviendas aledañas al proyecto”.
Tras una visita al centro “Abriendo Caminos” el fiscalizador de Sename informó que de los 67 niños que tiene el centro, siete se fugaron. Hay, además, 27 en acercamiento familiar. Se trata, sin embargo, de un acercamiento bastante sui generis porque, entre esos muchachos, tres fueron acusados de robarse un computador en la misma fundación. El fiscalizador desliza la hipótesis de que en realidad los niños han sido regresados a sus casas no como acercamiento sino como “una sanción administrativa”.
En esa misma línea, los supervisores de Sename descubrieron en agosto un hogar donde, afirman, se adulteraba constantemente la cantidad de niños atendidos. Se trata de la Residencia Especial Galileo de La Serena que decía atender a 20 niños. Sin embargo, en ninguna de las visitas sorpresa de los funcionarios fiscales encontraron más de diez menores.
-No obstante, el hogar cobraba mensualmente una subvención de $4.239.916 -explican funcionarios de Sename de la IV Región.
“Se estima que ese monto era un 30 por ciento más alto de lo que debería habérsele pagado al centro”, afirma uno de los funcionarios.
La Comisión Despeje, en su momento, detectó estos problemas y acordó con el Sename poner límites a una fórmula usada por algunos centros: el acercamiento familiar.
-Un plazo razonable es que estén 6 meses. Pero a veces estaban dos años en este sistema de “acercamiento familiar” -explica Mónica Jeldres, jueza de Familia que encabezó la citada comisión.
Lo concreto es que los jueces detectaron que, muchas veces, en el transcurso de esos dos años nadie sabía lo que ocurría con el niño bajo protección.
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Un informe puesto a disposición de la Comisión Despeje hace un par de meses corrobora que esta precariedad es bastante extendida en toda la red. En ese informe se detectaron las conductas sexualizadas entre niñas y niños de las Aldeas SOS y se recomendó dar capacitación al personal. Sobre el hogar de niñas de la fundación Carlos Oviedo se afirmó que la casa tiene problemas de higiene en la cocina y el comedor; que faltan profesionales y que los niños con problemas de salud mental no reciben la atención necesaria. A comienzos de este año el Sename decidió no renovar la licitación este hogar, por lo que en estos momentos las niñas están siendo re ubicadas.
Uno de los centros que más problemas presentó es el hogar Juan XXIII ubicado en Buín y que recibe a niños y niñas con discapacidad mental grave o profunda. Lo administra Coanil, y tiene 60 cupos. Este año el Sename le asignó un monto de 111 millones de pesos. El terremoto dejó la casa con un grave daño estructural y derrumbó varias alas, incluyendo los dormitorios.
En el citado informe se consignó que los jóvenes “permanecen habitando en condiciones de emergencia en un gimnasio que fue habilitado; los baños se encuentran en pésimas condiciones de higiene, filtraciones y agua en el piso, haciendo el lugar frío para albergarse ahí”. Cuando CIPER visitó el centro ya se habían instalado mediaguas, pero el hacinamiento continuaba. Niños y niñas vagaba por un patio que era más bien un tierral, con algunos árboles, sin estímulos ni actividades. No tenían nada que hacer. Era domingo y solo una madre había ido a ver a sus hijos.
Aunque no todos los hogares son así, en Sename están conscientes de que los chicos que deben ser protegidos viven en peores condiciones materiales que, por ejemplo, los jóvenes presos por delinquir. El terremoto vino a empeorar las cosas, pues muchos hogares se levantan en casas antiguas que sufrieron derrumbes, como ocurrió con el hogar Juan XXIII de Coanil. Según informó el Sename a CIPER a lo largo de todo Chile las distintas instituciones solicitaron más de 360 millones para efectuar los arreglos necesarios, de los cuales 253 millones ya fueron transferidos.
Por otra parte, cada cierto tiempo en los hogares emerge el problema de la violencia de la que son víctimas los menores bajo protección: una práctica que se lucha por erradicar: No es fácil. Los chicos no tienen vidas sencillas. Han sufrido mucho y normalmente les cuesta controlar sus impulsos. Los recursos que entrega Sename, sin embargo, no permiten contratar personal especializado. En muchos hogares se puede considerar un logro si los que tratan directamente con los niños tienen cuarto medio rendido.
Esta mezcla quedó retratada en marzo de este año cuando Sename clausuró dos hogares del Ejército de Salvación.
En el primero, el Hogar Helmuth Hunner, había 30 muchachos. La esposa del director fue acusada de golpear a un niño en la espalda con un pedazo de manguera. El otro hogar -El Broquel- era de niñas. Ahí, según un informe del Sename, “durante 2009 se registraron situaciones de maltrato grave por parte del sub director de la residencia y de algunos educadores”.
-Las agresiones terminaron en denuncias ante los Tribunales de Familia y en el cierre de los hogares -cuenta Angélica Marín, jefa del departamento de protección de derechos del Sename.
Una de las cosas sorprendentes de esta clausura es que, seis meses después de que quedara en evidencia que el Ejército de Salvación no respondía a las necesidades de los menores, ambos centros siguen apareciendo en la web institucional, como parte de su actual trabajo solidario.
En esa misma página, abajo a la izquierda, hay un link por si usted quiere hacer una donación.
¿Quiénes son los niños que vivían ahí? Mirando el listado con sus historias se puede tener un panorama bastante exacto de cómo son también las vidas de los niños del sistema de protección de menores. Muchos son hermanos: hay dos, tres, y hasta cuatro niños que son internados conforme son paridos. Muchos fueron víctimas de abuso sexual.
En el hogar El Broquel, por ejemplo, una amplia mayoría de niñas fue atacada por su padre o por el conviviente de su madre. Hay también una enorme cantidad de abuelas que deben hacerse cargo de niños maltratados; mujeres que ya fracasaron con la educación de sus hijos y que ahora, agotadas, intentan hacerlo mejor con sus nietos. Y abundan las madres que enloquecieron por la droga o por el dolor.
En sus supervisiones los funcionarios públicos dejan un escueto registro de estas vidas:* “Niño de 9 años. Ingresa por violencia intrafamiliar, abandono y abuso sexual. Vive con el padre hasta la muerte de éste producto de un accidente. La madre no mantiene contacto con el niño. Posee conductas de abuso sexual hacia niños menores, siendo derivado a hospital psiquiátrico para tratamiento, sin éxito”.
* “Niña de 7 años. Ingresa producto de negligencia parental, maltrato sicológico y abuso sexual en contra de la hermana mayor, por parte del conviviente de la madre. Según los profesionales de la residencia no existe mayor identificación de la niña con la madre a quien ni siquiera conoce. Se identifica a una madrina del hogar como adulto significativo”.
* “Hermanos de 4 y 3 años. Escasas posibilidades de egreso, debido al abuso de cocaína por parte de la madre y sospecha de abuso sexual por parte del padre. El tribunal ha determinado visitas vigiladas de los niños al interior de la residencia”.
* “Hermanas de 13 y 17 años. Ingresan producto de abuso sexual por parte del padre biológico y violencia por parte de la madre. Se identifica como adulto responsable a una hermana mayor quien vive como allegada. Se propone el egreso de las niñas una vez que se regularice la situación de vivienda de su hermana”.
Ninguna de estas historias son excepcionales en los hogares de menores.
Para todos los entrevistados en resulta evidente que estas vidas necesitan más recursos de parte del Estado para lograr salir del agujero en que fueron enterradas.
Respecto de los recursos hay algo que todos en la red Sename tienen muy claro pero que el público en general no ha asumido. La brecha entre lo que entrega el Estado y lo que se necesita para brindar a los niños y niñas una buena atención se cubre hoy con caridad. Las instituciones realizan colectas, invitan a empresarios, mueven contactos. Las instituciones que logran mayores recursos pasando el sombrero, ofrecen mejores profesionales, mejores hogares a los niños. Las instituciones que tienen redes pequeñas, ofrecen a los niños lo que pueden con la administración de los dineros públicos. A veces esos hogares están en muy malas condiciones, de infraestructura y de aseo; o carecen de los especialistas necesarios. Quien decide a cuál hogar se va cada uno es un juez, dependiendo de los cupos. El sistema protege entonces sólo a veces, en la mayoría de los casos protege mal y para colmo no los protege a todos de la misma manera.
Cifras desmienten mito: Niños agredidos no se vuelven delincuentes.
Hasta hace poco era un lugar común afirmar que los niños que entraban al sistema de protección terminaban pasando al sistema penal; es decir, que los niños agredidos se volvían agresores. Esa sentencia sobrevivió sin cifras de respaldo hasta que en 2009 los primeros cruces de datos mostraron el prejuicio que la sustentaba. Que en realidad el paso de un mundo a otro ocurría bastante excepcionalmente.
Según el Sename, en el segundo trimestre de 2010, de los 3.337 adolescentes que ingresaron a sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (RPA), un 16 por ciento -545 niños- habían estado protegidos en ese servicio público. Sin embargo, si se pregunta cuántos de los atendidos por protección se transformaron en infractores, el porcentaje baja mucho. Esos 545 apenas representan un 0,49 por ciento de los 110 mil menores atendidos en los distintos proyectos de protección.
La investigadora Lisandra Muñoz ha documentado en sus estudios muchas características de los jóvenes de ambos mundos y afirma que hay una gran cantidad de diferencias. Los niños abandonados, dice, son educados muy estrictamente en los hogares. Le ha tocado ver incluso chicos muy conservadores, y tradicionalistas. “Oyen cueca, hablan de la patria, desprecian a los peruanos y también a los flaites. Y si les preguntas en qué se proyectan, muchas veces sus perspectivas son de encierro. Por ejemplo, quieren ser marinos o gendarmes, profesiones donde no tengan que enfrentarse al mundo exterior, porque el mundo los inquieta”, explica la investigadora.
Pero tal vez lo que más los caracteriza es el peso que tiene para ellos la madre.
“A los niños abandonados les cuesta asumir que tienen una familia y que ésta no los quiere. Aunque han sido testigos y víctimas de la violencia, de todos modos sienten que eso no justifica el haber sido encerrados”, dice Lisandra. Agrega que los niños que han cometido delitos normalmente cuentan con una madre presente, mientras que los niños y niñas de hogares idealizan esas figuras que los abandonaron y los dañaron.
En un centro del sur de Chile Lisandra encontró un monumento a esa paradójica relación familiar. Una pieza llena de regalos para el Día de la Madre. “Estaba lleno de cosas que los niños habían hecho y se habían acumulado por años sin que nadie los hubiera ido a buscar. Era muy triste”.
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